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jueves, 22 de marzo de 2012

Hija Adoptiva, Madre Biológica


Después de una larga espera, ya estaba cerca el momento, solo faltaba una semana para que naciera mi segundo bebé. Durante todo el embarazo los estudios indicaban que sería madre de un niño, el segundo niño, ¡me sentía muy feliz! porque en mi mente siempre estuvo instalado el sueño de tener 3 varones.

Esa semana el Doctor me dijo que se había equivocado y que sin lugar a nuevas dudas tendría una niña. En ese momento entre en estado de shock pues no podía creer que fuera a tener una niña. Recuerdo que me sentí desconcertada, además, ¡no tenia nada preparado para una niña! Salí corriendo a comprar algo y lo único que encontré fue una almohadita que tenia un elefante rosa pequeñito, eso fue lo primero que compré a mi hija, mi niña. Me seguía sintiendo muy desconcertada, tener una niña era algo alarmante y pensé “Una niña, ¡¿qué voy a hacer con una niña?!” Ese era un pensamiento constante, no tenía una razón clara de por qué era así, sin embargo, así fue, sentía un rechazo muy fuerte hacia ella y me costaba mucho trabajo entender que tendría una niña en mi vida. Ahora se que algo estaba mal en mi aunque en ese momento lo desconocía.

Por fin llegó el día, nació mi bebé, una niña hermosa, sana y muy tranquila. De alguna forma sentía un rechazo hacia ella, no sabía como tratarla, vivir con ella, guiarla y por mucho tiempo centre mi atención en mi hijo pues no podía hacer mas. Mi hija pasaba todo el tiempo con su hermano y conmigo, la atendí y cuide lo mejor que pude, aún así, mi preferencia por mi hijo fue notoria. Personas cercanas en ese tiempo se dieron cuenta de esta situación y más de una lo comentó, mi reacción fue de coraje, no aceptaba lo que decían, después de todo, las consideraba gente entrometida y malintencionada de quien tenía que alejarme y así pasaron los años.

Se que mi hija sintió ese rechazo y que la lastime, es un tema fuerte que logramos hablar abiertamente hace algún tiempo, me disculpé por lo ocurrido y ella encontró la forma de entender y superarlo.

Cuando ella tenía 6 años me entere que fui adoptada, dicho de otra forma, confirmé lo que siempre sospeché, así como lo he mencionado en otros escritos. Los primeros días sentí que estaba “echada a perder”, que debía tener algo muy malo pues las personas que me dieron la vida no me quisieron. Entonces me llene de preguntas sin respuestas que me dedique a encontrar pues mi progenitora estaba realmente cerca porque es mi prima hermana que vivía en otra ciudad, esa prima a la que tanto me parecía físicamente, de hecho, era a la única persona a la que me parecía de toda la familia.

Llegado el tiempo, algunos meses después, me armé de valor y me atreví a hablar con ella por primera vez y un año mas tarde tuvimos una segunda platica en la que ella empezó a contarme con notable estrés el por qué me abandonó y dio en adopción. Con ojos muy expresivos y voz alterada empezó a contar como todo en su vida estaba en su contra en ese momento y por qué ella no pudo quedarse con su bebé. De repente dijo, “Y fuiste niña, ¡¿qué iba a hacer con una niña?! No podía quedarme con una niña, hasta me hubieras podido quitar a mi novio” En ese momento quede paralizada no pude seguir hablando del tema, no pude preguntarle nada, no pude emitir sonido alguno, me quede callada sintiéndome muy muy mal y por varias razones.

Lo primero que pensé es que había que estar mal de la cabeza para llegar a la conclusión de que la bebé que acabas de parir algún día te podría quitar a tu novio, me pareció realmente enfermo pensar eso, después, entendí el sentimiento de rechazo que sentí por el hecho de ser niña. Como ella lo dijo, parece que eso eliminó las dudas de abandonar a su bebita recién nacida.

En ese momento se acomodó una de las piezas más incongruentes que he tenido que poner en su lugar, fue algo doloroso, también, fue como obtener una clara explicación del rechazo hacia mi hija al saber que era niña, qué otra razón podría haber. Era totalmente incongruente tener tantos deseos de ser madre y al tenerla sentir rechazo. No había nada en mi vida para que rechazara a mi bebé.

Cualquiera que fuera el caso pensar las cosas así me dio la solución, si sirve de algo mencionarlo, sentí en el fondo de mi alma que esa era la razón de tan terrible actitud, fue claro para mi que proyecte en mi hija el rechazo que sentí por ser niña en el momento que tuve a la mía. Ese fue un momento en el que me sentí superada por mis actitudes incongruentes la terapia ayudó mucho a mejorar la relación con mi hija. Mi vida y mis sentimientos contradictorios hacia mi hija cambiaron totalmente a partir de ese momento y eso es más que suficiente.

Los sentimientos, emociones, y conclusiones que mi progenitora vivió justo en el momento de mi nacimiento me hicieron entender el error tan grande que yo cometía al sentir rechazo hacia mi hija, una niña que solo me daba paz, amor y que físicamente era idéntica a mi, sobre todo de chiquita. Gracias a Dios entendí que mi actitud era mala, dañina y con el tiempo logré cambiarla. Llego el momento que disfruté tener una niña, alguien tan maravillosa. Tomó tiempo, aunque logré entender esa situación y cambiarla aún cuando ella era todavía una niña.

Mis hijos son una gran bendición y solo puedo agradecer a Dios y a la Vida que hoy los puedo disfrutar plenamente con salud, amor y bienestar.

: ) : ) : )

Mónica C.U.

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