El recuerdo más fuerte de mi adolescencia es el tremendo deseo de convertirme en mamá, realmente era una obsesión, pues vivía esperando que eso sucediera, llegaba un cumpleaños más y yo solo recuerdo llorar porque no tenía un hijo, un hermoso niño a mi lado ¡quería un niño! para abrazarlo y cuidarlo, verlo crecer y acompañarlo toda la vida, para disfrutar todas sus actividades, para orientarlo y verlo feliz día a día, para que estuviera conmigo siempre; porque además constantemente me agobiaba con el miedo de que mis papás iban a morir, le pedía a Dios con todas mis fuerzas que no sucediera pronto, de que estuvieran conmigo toda mi vida. Sabia que eso no era posible, así que la mejor manera de asegurar que no me iba a quedar sola, que siempre iba a tener una familia, era teniendo un hijo y temprano en la vida lo logré.
Recuerdo muy vivamente que a mis quince años, llegué a la conclusión de mi origen, tuve la certeza de que había sido adoptada y decidí no decir a mis papás lo que pensaba, lo que sentía y muchos años después entendí el por qué de esa decisión, “LEALTAD” hacia mis padres, no podía lastimarlos así, esa nunca fue una opción.
Reprimí todas esas emociones, que obviamente tuvieron su repercusión inmediata y a largo plazo, en diferentes etapas de mi vida. Por ejemplo en la escuela, fue casi imposible poner atención, solo tenía una idea ¡quería un bebé! y solo yo lo sabia, así que como estudiaba cerca de un hospital particular, me salia de la escuela muy seguido para ir al cunero a ver bebés recién nacidos, recuerdo estar fascinada esas tardes en las que pasaba ahí un muy buen rato, me paraba ahí y veía a los hermosos recién nacidos y me imaginaba abrazando a uno de ellos, me gustaba mucho visualizarme siendo una mamá muy amorosa y pensándolo bien, no recuerdo haber llevado a nadie conmigo, no creo que alguien se hubiera dado cuenta, pues era algo que jamás platicaba. Se que mis compañeras de clase se salían también de la escuela, solo que ellas se iban al centro comercial o al zoológico y otros lugares divertidos y muchas veces las acompañé, pero digamos que ellas siempre iban a todos lados pero nunca a un hospital a ver bebés .
Llegó el momento de tener a mi bebe en mis brazos ¡fui la más feliz ese día! no había nada mejor en la vida que tenerlo cerca de mí, solo pensaba como estar con ÉL lo mejor posible, además mis papás fueron unos abuelos muy felices y muy consentidores.
Esa fue mi adolescencia, emocionalmente muy confundida, solo tenía un objetivo claro: ser mamá y lo logré, la adolescencia es una etapa complicada para todos, de lo que si estoy segura es de que una persona que ha sido adoptada, tiene una carga extra pues uno de los procesos más importantes de esta etapa como lo es la formación de la identidad, puede verse afectado.
Es el momento en que seria conveniente entrar en psicoterapia por ser un proceso delicado, para ayudar a una persona que ha sido adoptada porque no se tiene toda la información de su vida, especialmente de su origen.
Mónica C.U.
Hola Mónica, mi hija, que también se llama Mónica, vive obsesionada con tener un bebé, a sus siete años todo el tiempo pregunta cuándo podrá ya tener un hijo. Justo hoy estuvimos con un sobrinito recién nacido y la felicidad y emoción de mi gorda conmueve, hasta los ojitos se le llenan de lágrimas de emoción de ver a su primo. Daría lo que fuera por saber qué pasa por su cabecita. Ella llegó a nuestras vidas con casi dos añitos y mi sensación es que quiere un bebé para darle todos los mimos que ella no tuvo.
ResponderEliminarMuy frecuentemente mi gorda pide que le cuente su historia, su llegada a la familia, y últimamente ha incorporado la palabra adopción en sus relatos, antes sólo hablaba de cómo llegué, ahora dice cuéntame cuando me adoptaron.
Te mando un abrazo, tu entrada de hoy me dejó reflexionando, nos sentí identificadas.
Me parece una gran ventaja que la niña externe ese gran deseo de ser mamá a su corta edad, así podrás orientarla, para que haga una familia en el mejor momento y no solo para satisfacer esa gran necesidad, creo que la sensación que tienes al respecto es acertada, yo tengo la teoría de que viví y sentí tanto el abandono que me quedo esa huella impregnada, y solo podía aliviar mi "dolor" y gran ansiedad siendo madre y dándole a mi hijo lo que a mi no me dieron,
ResponderEliminarUn abrazo : )
Hola Mónica,
ResponderEliminara mí también me impactó mucho tu entrada. Gracias por compartir tu experiencia. Ando muy liada pero, en cuanto pueda, te escribo a tu mail, si no te importa.
Te mando un abrazo,
Beatriz
Hola Beatriz, Gracias a ti por leer : )
ResponderEliminarNos ponemos en contacto cuando gustes.
Saludos : )