Hace tiempo fui a una terapia porque tenía un sentimiento de culpa muy fuerte y me sentía muy agobiada por ser tan mal agradecida con la vida. Por mucho tiempo sentí que no pertenecía, que no encajaba en ningún lugar mientras que en casa lo único que recibí fue amor y cuidados.
Le platiqué a la terapeuta que era muy difícil entender porque me sentía así desde que tenía uso de razón, sentía que era una mala persona por pensar y sentirme así. Ella me dijo “No se que es, solo se que te creo. Esto es algo que todos los hijos adoptivos sienten y no tiene nada que ver con ser agradecido o no”.
Me platicó de dos pacientes, hijos adoptivos, muy especiales:
El primero, un niño de 9 años con una situación familiar en la que sus padres decidieron evitar y ocultar el tema de su adopción. Durante una sesión con este niño la psicóloga salió de la oficina por unos minutos dejándolo completamente solo y viendo los juguetes que ella tiene para su terapia. Al regresar decidió observar lo que el niño hacía sin que el la viera. El niño estaba enojado golpeando contra el suelo a una Barbie embarazada. Mientras que la golpeaba le decía con un tono de coraje y resentimiento, “porque dejaste a tu niño! porque no quisiste a tu niño!” En ese momento ella entró al consultorio y el niño reaccionó sorprendido y preocupado quizá por miedo de que ella lo hubiera escuchado o visto.
El segundo, una niña de 7 años donde su situación familiar fue de hablar siempre con la verdad respecto a su adopción como un medio para llegar a su familia. Durante una sesión la niña le comentó a la psicóloga que tenía un secreto que contarle y le dijo, “Sabes, a mi me adoptaron mis papas, yo vivía en una casa donde había muchísimas niñas, mis papas llegaron y me escogieron a mi, de entre todas esas niñas! A mi me tuvieron otros papás que no me podían cuidar, por eso me dejaron en ese lugar para que alguien me encontrara”. El tono de voz de la niña estaba cargado de felicidad y valor personal, tanto que sorprendía.
Al escuchar estos dos casos me quedé sin habla, imaginé el impacto que tiene en la vida de cada persona, independientemente de la edad, pensar y sentirse; amada, afortunada, valiosa y feliz; comparado con estar confundida, triste, desorientada, enojada, resentida y, además, no entender que lo ocasiona.
En la vida es de vital importancia tener una comunicación clara y abierta, más aún en la adopción respecto al origen de la familia, esto puede eliminar casi por completo la herida primaria ocasionada por el abandono mientras que genera valor, fuerza y resiliencia para el hij@ adoptivo.
Entiendo que para muchos padres adoptivos puede ser complicado tocar el tema con un bebé o con un pequeño. Se que este puede ser un concepto sumamente complejo de comunicar porque tiene su origen en un evento muy fuerte en el vida del hij@ adoptivo. Sin embargo, la verdad y la comunicación abierta evitan crear más heridas en los hij@s, además, con todos los beneficios que esto conlleva respecto a su propia confianza y fuerza ante la vida, por esto, vale mucho más la pena afrontar el reto desde el inicio para tener hijos sanos emocionalmente.
Mónica y Carlos
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