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viernes, 22 de noviembre de 2013

Vivencias y Realidades en la adopción


Hoy me da mucho gusto compartir con ustedes un escrito de Gaudí Rodríguez Juárez, Psicólogo y Psicoterapeuta con más de 15 años de experiencia en el tema de la adopción, y autor del libro "Cero golpes", 100 ideas para la erradicación del maltrato infantil.

Todo mi agradecimiento a Gaudí y a Casa Hogar Amigo Daniel, A.C en León, Guanajuato por su invitación a la conferencia " Vivencias y Realidades en la adopción", por su confianza y facilidades para mi participación, en especial a la directora General Lic. Liz Esparza, a la coordinadora del área de adopciones la Sra. Susana Fox, y a la consejera de casa Amigo Daniel,  Sra. Silvia Ribot, fue un honor estar con ellos trabajando en pro de la adopción.


Vivencias y realidades en la adopción

En la actualidad los padres que tienen un mínimo de información conocen la importancia que para su hijo o hija tiene saber acerca de su adopción. No ocultarle la realidad es una premisa que cada vez goza de mayor respaldo, pues conocer su pasado, saber acerca de su origen es su derecho y una de sus necesidades de desarrollo humano trascendente.
No obstante, las preguntas muchas veces giran alrededor del cómo, cuándo y de qué manera decírselo. Aún cuando las recomendaciones generales pueden encontrarse con relativa facilidad en internet y alguno que otro libro, su puesta en marcha se complica debido al temor a lastimar al hijo al platicarle algunos datos difíciles de su pasado.
Justo esto es lo que estimula a muchos adoptantes a preferir no saber la historia del niño o niña que están por ahijar, situación que en ocasiones se amalgama con las fallas y deficiencias técnicas de los procesos de adopción que aún subsisten, por ejemplo cuando las y los profesionales responsables de compartir toda la información del niño a los adoptantes no lo hacen, para evitarles el trago amargo de compartir el arranque difícil que el niño tuvo en la vida. Y es que no debemos de perder de vista que si existe la adopción es porque antes hubo una desvinculación de sus progenitores, sobre todo de la progenitora, que termina por ceder voluntariamente a su hijo a otros padres ante la imposibilidad de poderlo cuidar; en otras ocasiones fue el maltrato lo que llevó a la autoridad a separar al niño o a la niña de sus agresores.
También existen casos donde las y los profesionales que gestionan el proceso de adopción, simplemente no tienen mucho que contar sobre el pasado del niño más allá de un par de datos que explican por qué la adopción es la alternativa para dicho niño.
Existen muchos casos donde la adopción se realizó de manera directa, es decir, la progenitora cedió directamente a su hijo a unos adoptantes, los cuales si se informaron bien, tramitaron un juicio de adopción tal y como la ley mandata. Sin embargo, al no recibir apoyo ni asesoría sobre las especificidades de la adopción, terminaron por ocultarle al niño su historia, su pasado, su adopción. Acaso por ignorar la importancia que tal cosa tiene para el niño, acaso por ansiedades y fantasías catastróficas que rondaban en la cabeza de los adoptantes.
El hecho de que el niño haya sufrido un arranque en su vida caracterizado por las pérdidas y la adversidad no significa que su futuro esté condenado al fracaso, a la infelicidad, a la disfuncionalidad. Los dados no están marcados, como en ocasiones plantean algunas posturas psicológicas deterministas. Mientras estamos en la vida el juego no termina, los humanos nos seguimos construyendo y reconstruyendo.
No es el evento adverso el que genera la fractura o el trauma en el psiquismo, en la personalidad, sino la imposibilidad de poder vivirlo, expresarlo y resignificarlo con la ayuda de los otros: cuando hablamos de los niños, con la ayuda de los padres, tutores y demás adultos que participan en su educación y crianza.
¿Quién no ha tenido una pérdida, una experiencia difícil en la infancia? De la adversidad nadie se salva, ni el niño más cuidado y deseado. La adversidad es parte de la vida. El reto es aprender y adquirir la fuerza para enfrentarla, aprender de ella y salir más fortalecidos; a esto se le llama resiliencia y es lo que toda madre, todo padre (biológico o adoptivo) debemos fomentar con los hijos e hijas.
¿Cómo, cuándo, de qué manera hablarle de su pasado al hijo adoptivo? No existen respuestas universales ni únicas, pues cada hijo es único, lo mismo que sus circunstancias y sus padres.
Lo que sí existen son guías que iluminan el camino. Y queremos compartirlas contigo en la conferencia organizada por Amigo Daniel, A.C.: “Vivencias y realidades de la adopción”, la cual se llevó a cabo el pasado 21 de noviembre a las 19:45 horas en la Universidad Iberoamericana León. Durante un par de horas la psicoterapeuta e hija adoptiva Mónica Castañeda y un servidor compartimos las implicaciones y significaciones de la adopción en las diferentes etapas de vida: infancia, adolescencia, adultez... 

Gaudí Rodríguez Juárez




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