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domingo, 22 de abril de 2012

Como el Ave Fénix



Perdí a mis padres con dos años de diferencia entre sus muertes. Mi papá, el mejor papá del mundo, se fue primero y de una manera repentina, sufrió un infarto fulminante que acabó con su vida, seguir viviendo sin él fue muy difícil de verdad. Un día estaba con nosotros y al día siguiente se había ido para siempre. Ese día es el que recuerdo como el peor día de mi vida, el más doloroso y definitivamente eso no cambiará, además fue un día que temí por mucho tiempo que llegara hasta que llegó. Pasé años sufriendo por lo que inevitablemente sucedería algún día. El momento que sufrí y llore tantas veces durante años, mucho antes que sucediera finalmente llegó, a partir del día de la muerte de mi papá empecé a sufrir más. Ahora se que suspendí mi vida, y entré de lleno a la tristeza y la negatividad, hoy entiendo que estaba viviendo un duelo sin resolver al tiempo que sufría la segunda pérdida más fuerte en mi vida, perdí a quien era más importante para mi.

Mi papá fue el único que día a día me dio amor, atención, cariño, tiempo, apoyo y sobre todo buenos tratos, además, me dio un ejemplo de vida, de amor, enorme, pensar en él como papá adoptivo es totalmente fuera de lugar, fue mi papá, y punto.

Realmente me hubiera gustado mucho hablar con él de mi origen, cómo fue que llegué con él y mi mamá. Años después me enteré que este tema lo agobiaba mucho, después de su muerte, algunas personas de la familia me comentaron que el les pidió que por favor no me dijeran nunca nada de mi adopción y que si lo hacían que fuera hasta que muriera, esto tampoco lo hicieron, sino hasta que mi mamá murió.

Al año y medio de morir mi papá murió mi mamá, enfermó. El diagnostico fue terrible, cáncer terminal, después de 6 meses muy difíciles murió. Perdí a mi mamá y sentía que la vida era solo miedo, pérdida y llanto. Mi mamá me dio mucho cariño y amor durante toda su vida, también, hubo situaciones incongruentes, sin que ella y yo jamás habláramos del tema se que ella lamentaba no haber tenido hijos, no haber podido dar vida. Aún así me dio lo mejor de ella, y finalmente, algunos días antes de que falleciera, conocí la verdad. A los 30 años, por fin empecé a resolver tres duelos que tenia pendientes en mi vida. A los 30 años empecé a conocer mi historia y a llorar mis tres pérdidas con mucha intensidad. Llegué a un momento de mi vida en el que no tenía ganas de vivir, todo empezó a cambiar cuando casi a rastras una amiga me llevó a la oficina de una psicoterapeuta, gracias a Dios por mi amiga, a partir de ese momento todo empezó a cambiar. Pasó un tiempo y por fin logré dejar atrás todo ese dolor, toda la tristeza, angustia y descontrol llegaron a su final.
Hoy mi misión de vida es dedicarme a encontrar la manera de dejar mi aportación en el mundo de la adopción porque se que la adopción puede ser lo mejor que puede pasarle a una persona que ha sido abandonada o que quedo en una situación de desamparo en el comienzo de su vida, yo lo viví como muchos lo han vivido.
El abandono que sufrí al inicio de mi vida dejó una herida muy profunda y la forma en la que mis padres decidieron manejar mi adopción como un secreto no ayudó a superar ese dolor, sin embargo, viví con mucho amor y cariño con unos padres que hicieron todo para procurar mi bienestar.

Para consolidar mi misión de vida, entre otras cosas, participo en talleres para futuros padres adoptivos, en algunos comparto mi testimonio de vida, hablo de la experiencia de la pérdida y abandono, lo cierto es que siempre que hablo de mi historia me supera la emoción.

En algunas ocasiones después de compartir mi testimonio me han comentado, que soy como el Ave Fénix, a pesar de un comienzo difícil en la vida, de vivir sabiendo sin saber de mi adopción, de vivir en un secreto que yo conocía y de sufrir pérdidas tan fuertes en la vida, de haberme sumergido en la tristeza y depresión logré resurgir, agradecer el amor de mis padres, recuperar el amor por vivir, tomar acciones y dedicarme de lleno a trabajar para mejorar la vida de padres e hijos que son familia por medio de la adopción y día a día en mi práctica como psicoterapeuta, me doy cuenta que las personas si logran cambios que mejoran mucho su calidad de vida, lo cual es motivo de gran felicidad y gran satisfacción.


Mónica C. U.